Una mirada desde el asfalto

Como percibo la mirada de los citadinos de los cuales hice parte, hacia los campesinos, fuente de la mayor riqueza, el alimento que nos da fortaleza y nos nutre a todos los habitantes de la cuidad.

NUESTRA OPINION

Claudia C.

6/12/20252 min read

¿Cómo nos ven a los campesinos? Una mirada desde el asfalto (y ahora el pasto)

¡Hola a todos! Soy Claudia. Nací y crecí en el vibrante caos de Bogotá, con el sonido de los buses y el olor a gasolina como mi banda sonora diaria. Sin embargo, en mis venas siempre circuló un aroma diferente, uno a tierra mojada y animales de granja. Desde niña, mi sueño era claro y, para muchos, un poco "raro" para una citadina: quería ser veterinaria y tener una finca enorme para rescatar a todos los animalitos que sufrieran. Sí, ya se imaginan la típica "loca de los gatos", pero en versión rural y con vacas.

Creciendo en la ciudad, siempre percibí algo. En las conversaciones, en los chistes, incluso en algunas miradas, sentía que la palabra "campesino" era, para mucha gente de la capital, sinónimo de pobreza, de atraso, de alguien que "no tuvo más opciones". Era una etiqueta que me incomodaba profundamente, incluso antes de entender por qué. Veía cómo se idealizaba el "campo" en un jarrón de flores o un cuadro, pero la persona detrás de esa postal, el campesino, a menudo quedaba relegado a una imagen de carencia.

Pues bien, la vida, con sus maravillosos azares, me trajo hasta aquí. Hoy soy zootecnista, y mi hogar está en el hermoso campo ubatense, en el norte de Cundinamarca. Y sí, estoy rodeada de más de las 100 vacas con las que soñaba, además de cabras, gallinas y perros que han encontrado en mi finca su refugio. La niña soñadora de Bogotá ahora vive y respira el aire del campo, un aire que no solo huele a pasto, sino a trabajo duro, a conocimiento ancestral y a una riqueza que va más allá de lo económico.

Desde esta nueva perspectiva, a medio camino entre mis raíces urbanas y mi presente rural, quiero compartirles cómo realmente veo yo a los campesinos, y cómo creo que la ciudad podría empezar a verlos. Porque no somos una postal de pobreza, sino la esencia misma de nuestra tierra, el motor de nuestra alimentación y los guardianes de un conocimiento invaluable.

En mis próximos posts, quiero desglosar esas ideas preconcebidas y mostrarles la otra cara de la moneda. Hablaremos de:

El campo como motor económico y de innovación: Más allá de la subsistencia.

Sabiduría ancestral vs. "atraso": Lo que los campesinos nos enseñan.

La sostenibilidad nace en la ruralidad: Por qué ellos son los verdaderos héroes ambientales.

Desconexión y conexión: Cómo el campo ofrece el equilibrio perfecto que la ciudad anhela (¡y sí, con buen internet!).

Espero que me acompañen en esta aventura. Quizás, al final, logremos cambiar juntos esa percepción y valoremos a nuestros campesinos por lo que realmente son: la fuerza viva de Colombia.

¿Qué opinan ustedes? ¿Alguna vez han sentido esa mirada de la ciudad hacia el campo? Los leo en los comentarios.

Claudia C.